martes, 23 de enero de 2007

De película de terror

viernes, 19 de enero de 2007 María Teresa Jardí


Sí, de película de terror son los intelectuales a modo del sistema en nuestro país, empeñados en combatir "el populismo", porque el capitalismo genera mejores recompensas, no se han enterado siquiera, a pesar de que la gran mayoría son historiadores de profesión, de que la historia real del mundo actual se escribirá de manera verdadera y no serán ellos la fuente a la que recurrirán los entonces también historiadores que se ocupen de escribirla.
Si algo justifica la racionalidad del hombre es su posibilidad de escribir la historia como la memoria que será conocida por las generaciones que le sobrevivan. En la historia está la trascendencia de la raza humana y en la posibilidad de escribir esa historia se encuentra la única virtud que nos ubica por encima del resto de animales, no racionales, que habitan el planeta.
Es por ello difícil de entender que quien eligió estudiar la historia como la opción de su vida, se conforme con acabar siendo un irrelevante analista telecrático o un aún más irrelevante, o igual de irrelevante, articulista de algún diario o ambas cosas a la vez, en muchos casos.
Aún los mejores, de entre los intelectuales que apoyan el sistema, los hay buenos y pésimos escritores y existen los capaces de poner al menos matices en lo que escriben y los que de plano repiten lo que el sistema espera de ellos que digan, incluso los mejores de un plumazo dividen en dos la historia del mundo, como si la parte adversa que tiene que ver con millones de personas no existiera y así uno puede encontrar buenos análisis sobre el problema del narcotráfico, por ejemplo, sin consignación de causas ni menos aún de responsabilidades gubernamentales al respecto.
Es decir, hasta los buenos escritores, algunos talentosos novelistas, han dividido al mundo en dos corrientes sin matices: la populista, que hay que combatir, no se cansan de repetirnos, sin analizar los beneficios que sin duda tienen algunas de las políticas consideradas como populistas.
Y la neoliberal, sin llamarlo nunca por su nombre verdadero: capitalista y por ende obviándose la necesidad de consignar las perversiones que el capitalismo trae aparejado.
Al leerlos, uno se da cuenta, con asombro, repito, porque no sucede así en sus novelas, donde son capaces de entender que el ser humano transita toda la gama que va del blanco al negro, de cómo para sus análisis, que pretenden sesudos, reducen al mundo en un lugar de buenos y malos.
El populismo es malo. El neoliberalismo es bueno.
Y ante el reiterado fracaso de las políticas implementadas por los neoliberales encuentran a los culpables entre aquellos que son tachados por ellos de populistas.
Chávez es el enemigo a perseguir en el Continente y no Bush, a pesar de que salta a la vista que Bush es la mayor amenaza que la humanidad enfrenta en este preciso momento.
Y, quizá, sí, quizá Chávez quiere implantar una dictadura en Venezuela. Pero Los Estados Unidos de Norteamérica hace años que van por el mundo implantando dictaduras en contra de los pueblos que no salen a votar masivamente por quien ellos deciden poner a la fuerza. Mientras que el pueblo venezolano, desoyendo lo ordenado por los yanquis, salió a refrendar masivamente su decisión de que Chávez continuara manejando los destinos de Venezuela como país.
Lo mismo ocurre en México. AMLO es el malo. Calderón es el bueno. Pero la realidad, que es terca como una mala enfermedad incurable, obliga, a los mejores, de los otros no vale la pena ocuparse porque le apostaron a descerebrarse por dinero, los obliga a escribir sobre las cosas malas que ocurren hoy aquí, como por ejemplo de la existencia de perjudiciales monopolios que han propiciado que México sea el país más caro del Continente y quizá del mundo, cuidándose, eso sí, de no cuestionar el origen de los monopolios ni las incorrectas políticas propiciatorias de dichos monopolios a pesar de que saben que esa es la función de los intelectuales como su pequeño aporte para que los países cambien a patrones éticos, cuando se han perdido, como en el caso de México, que permitan la refundación de nuestra República.
Sí de película de terror son los intelectuales mexicanos empeñados en sostener un sistema que se agotó.

No hay comentarios: