martes, 23 de enero de 2007

El Estado y los medios

viernes, 19 de enero de 2007

La estafeta de hoy
Juan R. Menéndez Rodríguez

... el médico sonrió sin querer;
realmente, los ojos no son más
que unas lentes, como un objetivo,
es el cerebro quien realmente ve...
José Saramago

En nuestro país, amable y estimado lector, la relación entre el Estado y los medios electrónicos de comunicación es, ciertamente, simbiótica: el primero requiere de los medios para legitimarse, y éstos precisan del Estado para explotar las frecuencias y enriquecerse. En esta cambiante relación -vigente al menos desde 1969-, el Estado ha perdido ingresos y tiempos, y los medios han ganado dinero y poder político. Esto, porque para los Presidentes de la República han sido más importantes los espacios de rating en los medios de comunicación que los ingresos fiscales del Estado, mientras que para los medios ha sido más lucrativo pagar los impuestos por la explotación de sus concesiones con tiempo que hacerlo con dinero, ya que eso les permite establecer una relación de dependencia mutua con el Gobierno.
Esta relación uso-beneficio, entre el Estado y los medios de comunicación, data del acuerdo emitido por el Ejecutivo Federal el 1 de julio de 1969, mediante el cual se autorizaba a la Secretaría de Hacienda recibir el pago del impuesto del 25 por ciento, a que estaban obligados, por utilizar las frecuencias de la Nación ya no en dinero, sino en especie, como si se tratara del tributo de un siervo a su señor feudal, mediante el uso del 12.5 por ciento del tiempo diario de transmisión de cada estación. Este acuerdo fue abrogado el 10 de octubre de 2002, mediante decreto emitido por el Presidente de la República para reducir ese pago por el total de los ingresos que recibieran a tan sólo 18 minutos diarios de transmisión en televisión y 35 minutos más en radio "para la difusión de materiales grabados del Poder Ejecutivo Federal". Esto es lo que se conoce como "tiempos fiscales del Estado" y son de la utilización exclusiva del Ejecutivo que, considerando los 57 canales de televisión que existen en el país, con ello dispone de un total de 6 mil 241 horas o 260 días por año.
Nótese que si en 1969 el Estado hizo un descuento del 100 por ciento en el impuesto que debían pagar los concesionarios, en 2002 el tiempo fiscal con el que se pagan esos impuestos se reduce 10 veces, pues ese 12.5 por ciento equivalía a tres horas en un canal de televisión que transmite las 24 horas, y ahora los 18 minutos son la décima parte de esos 180 minutos que contienen las tres horas. En esto, habrá que señalar la inconstitucionalidad del decreto emitido en 2002, ya que el Ejecutivo no puede modificar los montos de los impuestos por ser ésa una atribución del Poder Legislativo. De no ser así, entonces, al menos, habría que reconocer que no son el Legislativo ni la Secretaría de Hacienda los que fijan las contribuciones de los medios, sino que, en este caso, son los propios causantes los que fijan el monto y la forma de los impuestos que deben pagar.
Ahora bien, aparte de los tiempos fiscales contenidos en el acuerdo y el decreto de referencia que son exclusivamente utilizados por el Presidente de la República, existen los tiempos oficiales del Estado, estipulados en el Artículo 59 de la Ley de Radio y Televisión, los cuales se distribuyen de la siguiente forma: 40 por ciento el Ejecutivo; 30 por ciento el Legislativo; 10 por ciento el Judicial y 20 por ciento los organismos autónomos constitucionales. De acuerdo con la información trascendida en días pasados, el espurio y gorrino de Felipe Calderón Hinojosa, mejor conocido con el nombre de Fecal, dispondrá, durante los seis años de su Gobierno usurpador, de 701 mil horas para sus mensajes de radio y televisión, que corresponden a 29 mil 280 días o a 80 años ininterrumpidos de vil propaganda gubernamental.
Una pauta de transmisión de 13.3 años de propaganda y/o publicidad gubernamental de tiempos oficiales, durante cada uno de los próximos seis años -sin considerar los 260 días a que tiene derecho el espurio y gorrino de Fecal, tan sólo en televisión por año, por los tiempos fiscales-, además de ser infame y significar una tortura psicológica para todos los mexicanos, incidirá de manera muy grave en la equidad de los 14 procesos electorales locales, a celebrarse sólo durante el presente año.
Un problema fundamental con ambos tiempos es que mientras en los fiscales el Ejecutivo se los apropia totalmente, en los oficiales se queda con la mayor tajada y excluyen a los Estados, los Municipios y al Distrito Federal, los que, de acuerdo con la Constitución, conforman junto con la Federación el Estado Mexicano. Es decir, mientras que con los tiempos fiscales se impone una postura patrimonialista del Ejecutivo por considerar que los recursos fiscales son de su propiedad, con los oficiales prevalece una actitud absolutista del espurio y gorrino Fecal y de los poderes federales, por cuanto consideran que el Estado Mexicano es exclusivamente de ellos.
La relación Estado-medios de comunicación es un verdadero lastre en el proceso de modernización política del país. Mientras no se modifique y el espurio y gorrino Fecal deje de sentirse dueño absoluto de los tiempos con los que los concesionarios pagan sus impuestos por explotar un bien nacional, y se siga permitiendo que más del 70 por ciento de los recursos que el Estado entrega a los partidos para propaganda electoral se vaya a las arcas de las televisoras, México nunca va a progresar.
Así que, amable y estimado lector, pongamos de nuevo, como ayer, todos los puntos sobre las íes y en marcha los pies para que, en el andar de hoy, no frenemos el paso y mantengamos siempre, en el camino, aquel inolvidable Clima y Ambiente, espejo diáfano del más auténtico quehacer periodístico y que inmortalizara, con su inigualable sello e impecable pulcritud en el decir y hacer, el genial y eterno Caballero de punta en blanco...

Addenda

Información chatarra en los medios
noticieros de la radio y la televisión.

La información, a base de crecer,
se ha convertido en monstruo.
Y el informante, homínido insolente, la ve
con orgullo sin darse cuenta que pasó de
domador a domado.
Es por demás obvio, que la información
rebasa la capacidad humana.
Y esto lleva a tener que jerarquizarla,
ordenarla y discriminarla.
Las noticias y los medios se mueven
por gusto y respuesta del público.
Así, tenemos hoy un horizonte informativo
de escándalos, política y deportes.
El homínido normal de eso se alimenta,
y su dieta es de información chatarra.
¿Cuántas noticias ve y lee de otros temas?
Que este invierno no hay nieve en Moscú,
es una nota importante para mí.
¿A qué conclusión le lleva?
Por favor no me diga que a poner Bing
y paletas Manhattan en Rusia.
El homínido está desinformado, aunque
el celular forme ya parte de su cuerpo.
O, precisamente, por eso.

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